Amancay fue creado ya hace 26 años. Uno de los sucesos que marcaron nuestro espíritu y vocación fue cuando tuvimos que decidirnos por un nombre. No fue tan difícil ya que, buscando voces de origen mapuche en un diccionario, no pasamos de la primera letra para encontrar uno que a nuestros oídos fuera agradable.
El Amancay es una flor que crece en el sur de nuestro país en los faldeos de los volcanes, tierra que en algún momento sufrió las inclemencias de la naturaleza, pero, aun así, es capaz de albergar y acoger a esta hermosa flor. Y entendimos que es la base y la idea central de Amancay y el motivo que decidiéramos formar este centro de rehabilitación. Es la esperanza y la expectativa de poder entregar a cada niño y su familia todo lo necesario para que logre desarrollarse de la mejor forma; es poder identificar sus fortalezas y desde ahí generar las oportunidades para su rehabilitación.
Es claro que este camino que empezó hace 26 años no se ha agotado y que sigue creciendo con nuevos conocimientos y profesionales que se han ido integrando al equipo y que aportan con todo su conocimiento. Creemos que nuestro equipo cuenta con cualidades profesionales de entrega, creatividad y empatía, pero también con la alegría, la curiosidad y el asombro que es el modo natural con que los niños enfrentan el mundo. Los que creamos Amancay hace ya bastante tiempo hemos visto crecer a nuestros niños, y todos invariablemente nos han mostrado de lo que son capaces. Sus familias no siguen enseñando hasta hoy como apoyan a sus hijos.